Bienvenidos al blog Conectando semillas,

Este blog es una iniciativa del Equipo Esperi, formado por un grupo de profesionales (psiquiatras, psicólogos, educadores y trabajadores sociales) dedicados al cuidado de todos aquellos niños y jóvenes que presentan algún tipo de problema relacionado con la salud mental.

Nace con la ilusión de crear un espacio virtual en el que tanto los jóvenes y sus familias como los profesionales podamos compartir nuestros puntos de vista.

Por nuestra parte queremos poner a vuestra disposición material seleccionado que consideremos útil a la hora de prevenir, evaluar, abordar y/o afrontar los diferentes problemas de salud mental en la infancia y juventud.

Pero vosotros sois los auténticos protagonistas. Por eso os animamos a que compartáis aquí vuestras inquietudes, opiniones, experiencias, consejos, esperanzas, vuestros logros, vuestras metas,… para que desde aquí llegue a todos los jóvenes y familias que están pasando por circunstancias parecidas y que necesitan saber que no están solos y para que la sociedad en su conjunto se haga eco.

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jueves, 10 de enero de 2013

Padres comprometidos en la educación de sus hijos


Recordemos que los padres son los principales educadores de sus hijos, aunque no serán  la única influencia que tengan durante el desarrollo de  su personalidad. El colegio, su grupo de amigos y la comunidad,  dejarán  huella en la forma de ser del niño/a, pero sin duda la familia y el estilo educativo utilizado será el elemento clave.
No existen recetas mágicas a la hora de educar a los hijos, pero sí tenemos que tener presente unas claves básicas  que nos pueden facilitar esta tarea:
1.- Afecto y comunicación: establecer una buena comunicación con los hijos y hacer que se sientan queridos y cuidados.
2.- Normas y límites: supervisar su conducta y ponerles normas y límites ajustados a su edad.
3.- Autonomía: promover un comportamiento independiente y responsable.
Todos los padres son diferentes, sin embargo podemos agruparlos y diferenciarlos  principalmente en  cuatro estilos educativos o formas  de comportarse  con los hijos, pero esto no quiere decir que un padre o madre siempre se comporte de la misma manera con su hijo/a, sino que será la tendencia habitual.  El estilo educativo de los padres va a estar influido también por el tipo de relación que los padres mantienen con el hijo/a, la forma de ser del niño/a y  las diferentes situaciones.

La influencia del estilo educativo de los padres
   ¿Cómo influyen en sus hijos los padres fríos y autoritarios?

Este estilo de padres suelen ser controladores y muy rígidos, no muestran afecto. Pueden ser hostiles y degradantes. Como consecuencia pueden ocasionar a los hijos baja autoestima, que sean poco sociables, impulsivos, agresivos, obedientes o por el contrario rebeldes con poca tolerancia a la frustración.
  ¿Cómo influyen en sus hijos los padres permisivos?
Son padres cariñosos pero poco exigentes con sus hijos, les dan todos los mimos sin control ni normas, malos comunicadores, variables y desordenados.  Hijos “mimados”, es decir, con buena autoestima, afectuosos, vitales y alegres, pero inmaduros, poco motivados para la tarea y las normas escolares, controlan mal sus impulsos, desordenados o pasivos antes el esfuerzo.
    ¿Cómo influyen en sus hijos los padres con estilo indiferente?

     Este es el estilo que más puede perjudicar a los hijos, y acarrear muchos problemas conductuales y emocionales.  Si no supervisas la conducta de tu hijo/a, no le muestras cariño ni hablas con él, puede pensar que no le importas y que no es querido. Son niños con baja autoestima, poco interés por la escuela y con conductas de riesgo.
    ¿Cómo influyen en sus hijos los padres con estilo democrático?
    Estos padres suelen implicarse más en la educación de sus hijos, son afectuosos y comunicativos. Al mismo tiempo que estimulan, exigen y ponen límites a sus hijos. Suelen dar hijos con buena autoestima y competentes socialmente, autónomos y motivados por las tareas, capaces de encontrar recompensas a largo plazo, con autocontrol y empatía, maduros para su edad.

No existen fórmulas que sirvan para todos los hijos ni para todas las situaciones, por lo que el estilo educativo de los padres debe mostrar cierta flexibilidad. De todos, el democrático  ha demostrado ser el que aporta más beneficios en la educación de los hijos/as. Se sentirán queridos y apoyados y sabrán que puede contar contigo cuando lo necesiten. Al mismo tiempo tendrán claro que no pueden hacer lo que quieran, que existen límites y normas. Esto hará que tengan una alta autoestima, un buen comportamiento y una actitud responsable hacia los otros.

(Fuentes: Padres comprometidos - Staff of the Child Study Center- Fundación Alcalainova, Estilos educativos de padres y madres, Pilar Fernández Beato)

miércoles, 5 de diciembre de 2012

QUEREMOS SER UNOS PADRES CONSCIENTES II


LA COMUNICACIÓN

La comunicación es la piedra angular que sustenta la construcción de unas relaciones sólidas con nuestros hijos. Pero esa clase de comunicación implica la conciencia de las propias emociones, la capacidad para compartirlas respetuosamente con los demás y la comprensión empática de  las emociones de nuestros hijos.

La capacidad de los padres para comunicar sus emociones contribuye a que los niños desarrollen vitalidad y empatía, cualidades que son muy importantes para relacionarse socialmente de forma adecuada el resto de la vida. El cuidado de las  relaciones implica compartir y ampliar las emociones positivas y tranquilizadoras y reducir las emociones negativas.


Imagine que su hijo está jugando en el patio y entra en la casa muy excitado porque ha recogido unos escarabajos de colores en un pequeño bote de cristal.
-          Mira, mamá, mira lo que he encontrado, ¿no son bonitos?
-          Saca esos bichos repugnantes de aquí ahora mismo -le reprende la madre severamente porque todo lo que ve es la posibilidad de que los insectos acaben escapándose por la casa.
-          Pero, mamá, si ni siquiera los has visto. Mira el color verde brillante de sus alas -dice su hijo en tono de protesta. Pero la mirada de la madre permanece fija en el tarro y, tomando a su hijo por el brazo, lo lleva hacia la puerta, mientras le dice:
-          Los insectos viven afuera y deben quedarse allí.

En esta situación, la experiencia emocional del niño acaba siendo completamente anulada. Su alegría y su placer no son compartidos y, probablemente, acabe completamente confundido sobre el significado y el valor de su experiencia. Se siente "bueno" y excitado por su descubrimiento y entra en la casa para compartir esos sentimientos. Pero, en su lugar, recibe la respuesta de que ha sido "malo".
Una conexión emocional significativa por parte de la madre habría valorado adecuadamente la experiencia del pequeño y habría participado de la emoción de su descubrimiento. Eso no quiere decir que tengamos que convivir con insectos merodeando por la casa sino, sencillamente, que es importante que sintonicemos o resonemos con la experiencia emocional de nuestros hijos en lugar de limitarnos a reprimir su conducta externa.
Sintonizar con las emociones de nuestros hijos puede requerir que descendamos a su nivel, manteniendo una postura abierta y receptiva, mirando lo que nos traen para mostrarnos y expresando curiosidad y entusiasmo en nuestro tono de voz:
-           "iDéjame verlos! ¡Caramba, qué colores tan bonitos! Gracias por enseñármelos. ¿Dónde los has encontrado? Aunque me parece que serían más felices viviendo afuera".

Esa actitud no sólo refuerza la relación materno-filial sino que el niño también siente su yo fortalecido porque percibe que sus ideas y sus emociones son valoradas por la madre.

Cuando los padres resuenan con las emociones sus hijos, la experiencia que éstos tienen de sí mismos es que son "buenos". Las conexiones emocionales aportan un sentido de valor al niño y determinan la comprensión que tiene tanto de sus padres como de sí mismo.

FUENTE: Libro"SER PADRES CONSCIENTES". Autores: Daniel J. Siegel, Mary Hartzell

martes, 27 de noviembre de 2012

¿CÓMO INCULCAR LA RESPONSABILIDAD DESDE PEQUEÑOS II?


En los primeros años de la vida del niño la responsabilidad tiene que ir asociada al juego y, paulatinamente, se irá incorporando a otras actividades menos placenteras, hasta dar paso a la obligación. Este aprendizaje se produce por imitación y requiere exigencias, expectativas claras y tiempo de dedicación.
Todos los niños y niñas necesitan un equilibrio entre juego y trabajo; el cuidado de uno mismo y las tareas del hogar pueden servir para que se ejercite en unas responsabilidades concretas.
Debéis estar convencidos de que vais a conseguir educar a vuestros hijos/as en los aspectos que os proponéis y de que confiáis en sus posibilidades.


¿Qué hacer antes de encomendar a los hijos una tarea?
  • Tener muy claras las responsabilidades de cada miembro de la familia e incluso escribirlas en un mural.
  • Cada uno debe saber qué tiene que hacer, cómo y cuándo debe hacerlo para que se responsabilice.
  • Las personas adultas han de estar de acuerdo en qué responsabilidades se les van a exigir. La incoherencia, es decir, la discrepancia entre lo que exigen o permiten unos u otros miembros de la familia, favorece el incumplimiento de las tareas así como su justificación para no hacerlas.
  • No exigir a los hijos lo que no nos exigimos a nosotros mismos.
  • Antes de exigir o proponer una tarea comprobar si cuenta con un espacio adecuado, tiempo disponible y si sabe hacerlo mínimamente.
  • La paciencia y tolerancia son imprescindibles no siempre podrán realizar una tarea perfecta, pueden equivocarse y eso les ayudará en su proceso de aprendizaje.
¿Qué hacer en el momento de encomendar una tarea?
  • Mostrarle confianza, hacerle sentirse capaz de realizarla bien y darle seguridad: "Hoy te vas a vestir solo y sé que lo vas a hacer bien."
  • Explicar con claridad y con pocas palabras qué deseamos que haga y comprobar que lo ha entendido bien.
  • Evitar mensajes como: "Lo voy a hacer yo porque lo haces todo mal." Porque eliminamos la motivación que pudiera tener, anulamos sus esfuerzos por mejorar y se resiente su autoestima.
¿Qué hacer una vez empezada la tarea?
  • Nunca hagas tú lo que tu hijo/a es capaz de hacer por sí solo/a. Te equivocas si piensas que le ayudas facilitándole la tarea para evitarle un mal rato.
  • Observa las posibilidades y grado de evolución de tu hijo/a y vete adecuando el grado de exigencia y el tipo de responsabilidad a su crecimiento.
  • Conviene permanecer atentos al desarrollo de la tarea y proporcionarle pequeñas ayudas en el momento preciso.
  • Las tareas largas y complejas es preciso dividirlas en pequeños pasos y permitirle hacer una parte, la que pueda realizar por sí solo/a. Por ejemplo, para enseñarle a vestirse se le enseña primero a quitarse la ropa; más tarde puede subirse los pantalones, ponerse los calcetines, etc. y finalmente llegará a vestirse solo.
  • En ocasiones conviene proponer que elija entre dos opciones: juegos (parchís o naipes), ropa (falda o pantalón), ocio (fútbol o paseo) para que aprenda a tomar decisiones. Cuando se elige, hay un compromiso y un riesgo: el compromiso de experimentar lo que elige y el riesgo de equivocarse. De este modo, el niño/a aprende a tolerar la frustración y a asumir las consecuencias de lo que realiza.
  • No permitas que abandone la tarea elegida porque así favoreces su inconstancia y puede adoptar conductas caprichosas e impulsivas.
  • Cuando le mandes una tarea o des una orden, comprueba que ha entendido lo que se espera de él y no repitas la orden. Si siempre la repites, se acostumbra y no presta atención. Es conveniente fijar de antemano que las órdenes no se van a repetir y que, si no está atento, deberá asumir las consecuencias.
¿Qué hacer una vez acabada la tarea?
  • Controla en qué grado y modo ha cumplido la tarea.
  • En caso de incumplimiento por olvido, deberá asumir las consecuencias.
  • Valora lo que ha hecho, exprésaselo con muestras de afecto y muestra tu satisfacción por su colaboración en el buen funcionamiento de la familia.
  • Si la tarea no se ha finalizado o no está bien hecha, ante todo y en primer lugar, valora su actitud, destaca los aspectos positivos e indícale en qué puede mejorar.
  • Dale muestras de confianza, permítele que pueda rectificar y anímale a que lo intente de nuevo.
¿Por qué se niega a realizar una tarea y qué hacer al respecto?
  • Por no haber sufrido habitualmente las consecuencias negativas de una conducta irresponsable (por ejemplo, pasar hambre cuando no ha llevado el bocadillo, llegar tarde al colegio por perder el autobús, etc). Para aprender de los errores u olvidos, es conveniente que no se impida que el hijo/a padezca las consecuencias naturales de sus decisiones.
  • Porque las amenazas o castigos habitualmente no se llevan a cabo. Antes de expresar una amenaza o castigo conviene pensar si se puede llevar a cabo y si es adecuada o proporcionada.
  • Porque el niño/a se manifiesta incompetente diciendo: "no sé" o "no puedo". Los padres considerarán si es real esa incapacidad y le animarán a que realice la tarea, ayudándole si es necesario.
  • Porque da excusas para no hacer algo. Conviene desmontar la excusa dando razones con actitud serena.
  • Porque se está rebelando diciendo "no quiero". Puede tratarse de un proceso de desarrollo personal en el que el oposicionismo es un medio para forjar la personalidad. Si se dan ocasiones y oportunidades para dialogar, es probable que no se llegue a esos extremos. En cualquier caso, conviene actuar con serenidad para no crear tensión en el momento, y coherencia para mostrarle claramente las consecuencias de su acción y no ahorrárselas. En esto deben mantenerse firmes padre y madre.
FUENTE: Desarrollo de conductas responsables de 3 a 12 años. Gobierno de Navarra.

viernes, 16 de noviembre de 2012

UN USO SALUDABLE DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS PARA NUESTROS ADOLESCENTES


Cada vez son más tempranas las edades en las que los menores se convierten en usuarios habituales de las nuevas tecnologías de información y la comunicación. Al llegar a la adolescencia son usuarios habituales y avanzados de Internet, móviles, y juegos interactivos, conociendo mucho mejor que nosotros estas herramientas.
En diferentes entradas, vamos a ir dando pautas  de uso adecuadas para padres e hijos, riesgos en su mal uso, ventajas, etc. No podemos obviar que nuestros hijos adolescentes pertenecen al grupo de los llamados nativos digitales, ya que desde su nacimiento han convivido con las Nuevas Tecnologías y han descubierto su enorme potencial. Será una tarea de padres y educadores responsabilizarles en el uso sano. Lo conseguiremos si mantenemos un diálogo permanente con ellos, si somos sensibles a sus necesidades y sabemos encauzarlas, si establecemos normas claras y firmes, si les expresamos nuestro amor y apoyo incondicional.

Hoy empezaremos a hablar sobre el uso de Internet  y las redes sociales entre los adolescentes.
Las redes sociales son un espacio creado para fomentar las relaciones personales a través de la red, donde las  personas registradas pueden comunicarse, compartir opiniones o experiencias y, en suma, interactuar.
Actualmente en una gran mayoría, los jóvenes usan Internet para jugar y para navegar por las redes sociales y en España  la red favorita de nuestros adolescentes es el  “Tuenti”.  Cuatro de cada cinco jóvenes españoles usan una red social. Casi la mitad entran varias veces al día.
¿Para qué usan las redes los jóvenes? En un 80% de los casos lo hacen para estar con contacto con sus amigos y un 40% para saber de aquellos que están más alejados. Pero si hay un uso que destaque por encima de todos los demás, ese es el de las fotografías. Las redes son el álbum preferido de los adolescentes para colgarlas, compartirlas y comentarlas.


RIESGOS DEL USO DE INTERNET

  • El ciberbullying o acoso escolar  mediante las redes sociales. Se puede manifestarse de formas muy diversas: con comentarios ofensivos en foros, mensajes amenazantes por e-mail, robo de contraseñas, aparición en las redes de imágenes comprometidas de la persona acosada, creación de perfiles falsos con los datos de la víctima o difusión de falsos rumores sobre el acosado, entre otras.
  • La exposición de información personal (nombre, edad, colegio o fotografías) pueden ser utilizada por cualquier usuario de la red, poniendo en peligro al menor identificado. Antes de publicar nuestra imagen en Internet debemos ser conscientes de que es la forma más sencilla de proporcionar datos personales. Subir fotografías a la red, sin el consentimiento de las personas que aparecen en ellas, es un delito.
  • La falta de protección ante desconocidos. Es muy sencillo que los usuarios se hagan pasar por otras personas.
  • El grooming o acoso sexual a través de Internet Cuando un adulto entra en páginas frecuentadas por adolescentes haciéndose pasar por uno de ellos. Poco a poco, va ganándose su confianza e incluso consiguiendo sus datos personales, hasta que comienza el chantaje, la intimidación o las amenazas.
  • Los riesgos propios de la descarga de archivos. Existe la posibilidad de que el archivo descargado no coincida con el que estábamos buscando. Que el abrirlo pueden aparecer imágenes perjudiciales o desagradables (pornografía, violencia, etc.). Por otro lado, existe una gran polémica sobre la legalidad de las descargas. 
FUENTES: Guía para padres e hijos de Educación secundaria sobre el Uso saludable de las nuevas tecnologías. Obra social Caja Madrid. La familia ante momentos difíciles. Comunidad de Madrid. Los jóvenes y el uso de las redes sociales. Kiddia.

lunes, 5 de noviembre de 2012

CONSEJOS PARA PADRES II

¿QUÉ OCURRE SI SE INCUMPLEN LAS NORMAS?



-          El no respetar las normas debe de tener consecuencias.
-          Las consecuencias de no respetar las normas han de ser:
o Conocidas previamente: consensuadas entre los padres y explicadas posteriormente a los hijos.
o   Coherentes: la intensidad de la consecuencia debe de estar en función de la importancia de la norma “no se puede expulsar a un jugador del campo por haber hecho una falta leve”.
o   Consistentes: las normas han de cumplirse siempre y no en función del “humor” que tengas hoy o de “quien esté delante”.  Asegúrate de que las consecuencias de no cumplir una norma también se cumplen siempre, si no tu hijo aprenderá que “no hay que tomarte en serio”.
o   Inmediatas: la percepción del tiempo es distinta cuando eres pequeño. De nada vale que le adviertas a tu hijo que si no recoge hoy (lunes) su cuarto no le llevarás al McDonalds el fin de semana. Si quieres que el lunes recoja su cuarto tendrás que advertirle que la consecuencia de no hacerlo es que se quedará sin ir al parque esa misma tarde.
-     El hecho de que haya recibido un castigo por algún motivo no implica que no se le pueda reforzar positivamente si hace algo bien. Ej.- tu hijo no ha hecho los deberes como está acordado (eso es una norma en casa y su incumplimiento tiene unas consecuencias, ej.- irse a la cama directamente sin ver la televisión), pero a la hora de la cena, tu hijo colabora en poner la mesa (puede que estéis tan enfadados porque no ha hecho los deberes que ni si quiera os deis cuenta de que está colaborando, pero si queréis favorecer que vuestro hijo aprenda a respetar las normas deberéis reforzarle cuando haga algo bien, ej.- gracias por ayudar a poner la mesa hijo; por supuesto, esto no significa que le vayáis a “levantar el castigo” de no ver la televisión ya que se puso por no hacer los deberes).
-    No olvides que el castigo pierde fuerza si lo utilizamos constantemente. Si estáis en este círculo vicioso y no sabéis como salir de él quizá os ayude:
§  Reflexionar sobre las normas: puede que estéis siendo demasiado exigentes con vuestro hijo de modo que sea relativamente “fácil” que “falle en algo”. Exigid solo que se cumplan aquellas normas que son realmente importantes y procurad ser más flexibles en el resto.
§  Es posible que el comportamiento de vuestro hijo en algunos aspectos os enfurezca tanto que os cueste daros cuenta de aquellas cosas que si está haciendo bien. La única forma de salir del círculo vicioso es que vuestro hijo reciba de vez en cuando algún refuerzo positivo por vuestra parte. Observad su conducta y señalarle aquello que os parece bien de ella.

viernes, 2 de noviembre de 2012

¿CÓMO INCULCAR LA RESPONSABILIDAD DESDE PEQUEÑOS?


¿HASTA DÓNDE PUEDO EXIGIRLE A MI HIJO?

Educar es ayudar a la persona a alcanzar la capacidad de ser independiente, de valerse por sí misma, de tomar decisiones, de hacer uso de la libertad desde el conocimiento de sus posibilidades, y esto no se improvisa: es un proceso largo y costoso, que se inicia en la familia y tiene su continuidad en la escuela y otros ambientes sociales.
La responsabilidad es la capacidad de asumir las consecuencias de las acciones y decisiones buscando el bien propio junto al de los demás.
Los niños deben aprender a aceptar las consecuencias de lo que hacen, piensan o deciden. Nadie nace responsable.
La responsabilidad se va adquiriendo, por imitación del adulto y por la aprobación social, que le sirve de refuerzo.
El niño siente satisfacción cuando actúa responsablemente y recibe aprobación social, que a su vez favorece su autoestima.


Educar en la responsabilidad no es tarea fácil. Se consigue solo mediante el esfuerzo diario de padres y educadores, pero la recompensa es grande: educar adultos responsables.
No es fácil saber qué se puede exigir a un niño o hasta dónde es capaz de actuar de un modo responsable y adecuado a su edad pero, teniendo en cuenta las distintas etapas de su desarrollo, podemos señalar los siguientes niveles de capacidad:

2-3 AÑOS
Puede hacer algunas tareas bajo el control del adulto. Todavía no comprende lo que hace bien o mal y obra de acuerdo a mandatos y prohibiciones porque no posee autocontrol.
Colabora con el adulto en ordenar y guardar sus zapatillas, su pijama, regar las flores y hacer algunas tareas concretas como poner y recoger las servilletas, etc.
3-4 AÑOS
Observa la conducta del adulto y la imita. Actúa en función del premio o el castigo. Ya va siendo capaz de controlarse y de tener orden en sus cosas.
Colabora en guardar juguetes y los debe recoger. Puede poner algunas cosas fáciles en la mesa como el plato y los cubiertos, etc. Se desnuda solo y se viste con ayuda. Aprende a compartir las cosas y a esperar su turno. Muestra interés creciente por jugar con otros niños.
 4-5 AÑOS
Sigue observando e imitando al adulto. Necesita que le guíen pero tiene deseos de agradar y servir y por eso suele tener iniciativas responsables como vestirse, recoger sus juguetes, controlarse en un espectáculo, etc.
Ya puede dársele alguna responsabilidad: poner la mesa, ocuparse de algún recado dentro del entorno familiar. Puede cuidar a hermanos pequeños durante algún rato, estando un adulto cerca. Debe dejar ordenados los objetos que usa. Es bastante autónomo en la comida y en su cuidado personal se calza, se lava y va al baño solo.
Acepta los turnos en el juego, aunque no siempre los respeta. Suele asociarse con dos o tres niños para jugar y entabla las primeras amistades.
5-6 AÑOS
Ya ha aprendido bastantes conductas y, aunque necesita que la persona adulta le diga lo que debe o no debe hacer, conviene presentarle dos opciones, para que elija. Puede ser responsable de tareas domésticas sencillas: limpiar el polvo, recoger la mesa, preparar su ropa para vestirse, buscar lo que necesita para una actividad concreta. No hay que olvidar que el niño sigue imitando y que es exigente en la aplicación de la norma para todos. Le agrada ayudar y cumplir encargos y recados sin cruzar la calle o pasar por lugares peligrosos.
Juega en grupos de tres o más y sigue reglas sencillas. Intenta ser autónomo y puede rebelarse frente a las presiones de los adultos en asuntos como disciplina, autoridad y normas sociales. A partir de los cinco años comienza a despertar la intencionalidad, asimila algunas normas y se comporta de acuerdo con ellas.
6-7 AÑOS
Con control y ayuda para evitar descuidos involuntarios, puede y debe prepararse los materiales para realizar una actividad. Comienza a ser capaz de controlarse en desplazamientos muy conocidos y próximos tales como el colegio, la casa de amigos que vivan en el mismo bloque de viviendas, casa de algunos familiares, etc. Puede disponer de algún dinero semanal y aprender a administrarlo, sabiendo que, si lo gasta, deberá esperar a la semana siguiente para recibir una nueva paga. Todavía se guía por las normas y hábitos del adulto: identifica el bien con lo mandado y el mal con la prohibido o lo que enfada al adulto.
Cumple las órdenes al pie de la letra, generalmente hasta los ocho años. Puede controlar sus gastos con más facilidad. Tiende a formar grupos de relación con compañeros del mismo sexo. Aprende costumbres sociales relacionadas con el saludo, la despedida, el agradecimiento, etc. Actúa de forma responsable si se le ofrecen oportunidades para ello. Tiene el deseo de ser bueno y, si no lo es, culpa a los demás o a las circunstancias porque no soporta que le consideren malo.
Va adquiriendo la noción de justicia y comprende las normas morales mediante ejemplos concretos.
8 AÑOS
Comienza a adquirir autonomía personal y puede controlar sus impulsos, en función de sus intenciones. Es capaz de organizarse en la distribución del tiempo, del dinero y de los juegos. Todavía precisa alguna supervisión. Pueden dársele responsabilidades diarias: preparar el desayuno, bañarse, acudir solo al colegio, etc.
Empieza a distinguir la voluntad del adulto de la norma y es consecuente en su conducta.
Sabe cuándo y cómo debe obrar en situaciones habituales de su vida. La actuación de las personas adultas es decisiva, dado que si persiste una presión autoritaria el niño se hace dependiente, sumiso y falto de iniciativa. Si, por el contrario, se obra de forma permisiva, el niño se convertirá en una persona caprichosa e irresponsable. Así pues, se hace imprescindible una actitud que favorezca la iniciativa y mantenga la exigencia. Le atrae el juego colectivo y coopera en grupo.
Es capaz de prever las consecuencias de sus actos.
9-11 AÑOS
Ya es bastante autónomo en sus intenciones y, por lo tanto, en su responsabilidad. Suele tener una organización propia para sus materiales, ropas, ahorros... Puede encargarse de alguna tarea doméstica y debe realizarla con responsabilidad y cierta corrección. Le gusta que se le recompense por la tarea que se le encomienda.
Aunque aparezcan rasgos de dependencia, le gusta tomar decisiones y oponerse al adulto con cierta rigidez. Es capaz de elegir con criterios personales. Se hace estricto, exigente y riguroso.
Se identifica con su grupo de amigos en el que cada uno tiene una función asignada y se acata lo que dicta el jefe de la pandilla.
Reconoce lo que hace mal, pero siempre busca excusas, aunque para los demás suele ser muy estricto. Le gusta que le dejen decidir por sí mismo y tiene necesidad de afianzar su yo frente a los demás, de ahí su resistencia a obedecer y su afán de mandar a otros niños menores. Conoce sus posibilidades, decide y reflexiona antes de obrar, aprende de las consecuencias y se siente atraído por los valores morales de justicia, igualdad, sinceridad, bondad, etc.
11-12 AÑOS
La influencia de los amigos comienza a ser decisiva y su conducta estará influenciada en gran parte por el comportamiento que observa en sus amigos y amigas o compañeros de clase. Los hermanos y hermanas mayores tienen más influencia sobre ellos que los padres. Aparece una etapa en la que la crítica suele ser muy frecuente y dirigida hacia sus padres y profesores; no le gusta que le traten de un modo autoritario, como a un niño; reclama autonomía en todas sus decisiones.
Necesita tener amigos y depositar en ellos su confianza; es leal al grupo y su moral es la de sus iguales, a los que imita en la forma de vestir, en los juegos, las aficiones, etc. Quiere ser como los mayores. Tiene sentido de responsabilidad, trata de cumplir sus obligaciones y se hace más flexible en sus juicios. Su comportamiento es mejor fuera del entorno familiar. Tiene capacidad para valorar lo bueno o malo de sus acciones, puede pensar en las consecuencias, conoce con bastante objetividad sus intenciones y desea obrar por propia iniciativa, aunque se equivoque.

La responsabilidad se adquiere y desarrolla progresivamente, por etapas.
El desarrollo de la capacidad de actuar de forma responsable depende de cada persona y del contexto o ambiente que la rodea (familia, escuela, barrio, etc). Por todo ello, existen ritmos distintos en cada persona. Así pues, será difícil encontrar niños y niñas que, con los mismos años, manifiesten el mismo grado de responsabilidad: cada niño o niña desarrolla más unos aspectos y otros menos. Por lo tanto, estas fases que hemos descrito no deben entenderse de forma estricta o cerrada sino como una referencia.

FUENTE: Desarrollo de conductas responsables de tres a doce años. Gobierno de Navarra. Departamento de Educación y Cultura.


miércoles, 31 de octubre de 2012

QUEREMOS SER UNOS PADRES CONSCIENTES


La comprensión de nuestra propia vida nos ayuda a integrar nuestras experiencias infantiles –positivas o negativas- aceptándolas como parte de nuestro bagaje vital. No podemos cambiar los acontecimientos de nuestra infancia, pero sí podemos cambiar la visión que tenemos de ellos.

¿Pero de qué manera el hecho de dar sentido a nuestra vida puede ayudar a nuestros hijos? Cuando nos liberamos de las limitaciones impuestas por el pasado, podemos brindarles las relaciones profundas y naturales que les capacitarán para madurar adecuadamente. Cuanto mejor comprendemos nuestras propias experiencias emocionales, más empática es la relación que mantenemos con nuestros hijos y más contribuimos a su autoconocimiento y a su sano desarrollo.
Cuando los padres no reflexionamos sobre nuestra historia vital, ésta tiende a repetirse y somos más propensos a transmitir a nuestros hijos las pautas insanas, heredadas del pasado. La comprensión de nuestra vida puede evitar una situación totalmente predecible en la que reproducimos, en la carne de nuestros hijos, el mismo tipo de daño que hemos recibido durante la infancia.
Las relaciones entre padres e hijos constituyen una parte muy importante del desarrollo infantil que condiciona directamente la personalidad emergente de los pequeños.
Nadie ha disfrutado de una “infancia perfecta” y algunos hemos tenido experiencias más problemáticas que otros. Los padres que no tuvieron unos buenos padres o que incluso atravesaron circunstancias traumáticas en su infancia, pueden dar sentido a esas experiencias y establecer unas relaciones sanas. Lo más importante, desde el punto de vista de nuestros hijos, no es lo que nos sucedió en el pasado, sino la manera en que hemos asimilado y comprendido esos eventos.
 En el caso de que nos preocupe el pasado o el futuro nos inquiete excesivamente, podemos afirmar que estamos físicamente con nuestros hijos, pero ausentes mentalmente. Nuestros hijos, sin embargo, no necesitan que seamos plenamente accesibles las 24 horas del día pero, en las interacciones más importantes, necesitan de nuestra presencia plena.
Nuestros hijos nos brindan la oportunidad de seguir creciendo y son un reto para que afrontemos los temas irresueltos derivados de nuestra infancia. La actitud de aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida nos lleva a abordar la parentalidad con mayor apertura mental, como si se tratase de un viaje de descubrimiento.

FUENTE: Libro"SER PADRES CONSCIENTES". Autores: Daniel J. Siegel, Mary Hartzell

lunes, 15 de octubre de 2012

CONSEJOS PARA PADRES

¿CÓMO PONER LAS NORMAS?



  Las normas han de basarse en la búsqueda del BIEN COMÚN de padres e hijos.
- No pueden incluir ninguna forma de VIOLENCIA física ni psicológica.
- Deben de estar en función de la CAPACIDAD del niño o niña para asumir responsabilidades.
- Las normas deben ser: POCAS, SENCILLAS Y SOBRE TEMAS IMPORTANTES. Escribirlas o dibujarlas puede ser un apoyo.
- Una vez fijadas, intentad NO CAMBIARLAS. Si no queda más remedio, explicadle a vuestro hijo el motivo del cambio.
- Han de estar CONSENSUADAS entre ambos padres. Si os desacreditáis delante de vuestros hijos, ellos sabrán cómo utilizarlo y todos saldréis perdiendo.
- En la medida de lo posible, de acuerdo a la edad y madurez de vuestro hijo y del tipo de norma de que se trate, las normas deben de estar consensuadas con él. No obstante, los padres deben de tener la última palabra.
- Los padres debéis dar a CONOCER a vuestro hijo las normas PREVIAMENTE, explicando el sentido de las mismas y cuáles son las consecuencias en caso de que no se cumplan.
- Ambos padres debéis de tener claro y estar de acuerdo en aquello que es NEGOCIABLE y puede servir para estimular a vuestro hijo para que alcance algún objetivo deseable (ej.- “si apruebas todas las asignaturas te dejaremos salir hasta más tarde”) y aquello que NO ES NEGOCIABLE (ej.- no se puede insultar ni faltar el respeto a nadie).

martes, 9 de octubre de 2012

CONSEJOS PARA PADRES

¿CÓMO ESTRUCTURAR LA CONVIVENCIA?

-  1. Estableced hábitos, rutinas, deberes y responsabilidades DESDE MUY PEQUEÑOS e ir ADAPTÁNDOLAS según vaya creciendo y madurando: horarios para despertarse, acostarse, comer, lavarse, jugar, hacer los deberes, colaborar, hacer recados …
    2. Aseguraos de que el entorno de vuestro hijo es ESTABLE, es decir, las cosas importantes no cambian de forma brusca ni frecuente: el domicilio, el colegio, las figuras de referencia,… de modo que el niño tiene claro lo que éstas significan para él y lo que puede esperar de ellas.
   3. Intentad relacionaros con vuestro hijo de forma ADECUADA Y PREDECIBLE, y no en función de vuestro estado de ánimo, cansancio, frustraciones personales… A un niño no se le puede “aplaudir” y regañar por una misma cosa en función de “como nos pille”.
    4. Aseguraos de que vuestro hijo se siente RESPETADO, VALORADO y AMADO por vosotros de forma incondicional.      
    5. Inculcadle VALORES desde muy pequeño, sobre: la amistad, la solidaridad, el respeto al otro y a uno mismo, la compasión, el esfuerzo, la tolerancia a la frustración, la cooperación, la honestidad, la honradez, …
    6. Tratadle CONFORME A SU EDAD Y MADUREZ. Tratarle como si fuera más pequeño, como si fuera mayor o como si fuera “un colega” puede tener consecuencias muy negativas en su desarrollo.
     7. Intentad crear siempre un ambiente OPTIMISTA Y POSITIVO, transmitirle que creéis en él y en la posibilidad de mejorar día a día.

      8. No olvidéis nunca que sois el MODELO de vuestros hijos. No os comportéis nunca como     no quisierais que se comportara él: mentir, criticar, insultar, gritar, abusar del alcohol, ser poco responsable en el trabajo…

lunes, 8 de octubre de 2012

Fases madurativas de la adolescencia


ADOLESCENCIA TEMPRANA
(10-14 años)
ADOLESCENCIA MEDIA
(15-17 años)
ADOLESCENCIA TARDÍA
(18-21 años)
INDEPENDENCIA
Menor interés en actividades de los padres
Grandes cambios de humor
Mayor conflicto con los padres
Reaceptación de valores y consejos de los padres
IMAGEN CORPORAL
Preocupación por cambios puberales
Incertidumbre sobre su apariencia
Aceptación del cuerpo
Interés en aumentar su atractivo
Aceptación de los cambios puberales
GRUPO DE AMIGOS
Relaciones intensas con amigos del mismo sexo
Mayor importancia del grupo
Conformidad con los valores del grupo
Aumento de actividad sexual y experimentación
Menor importancia del grupo
Dedican más tiempo a relaciones íntimas
IDENTIDAD
Aumento de la capacidad cognitiva
Aumento del mundo fantástico
Objetivos vocacionales idealistas
Aumento de la necesidad de privacidad
Falta de control de impulsos
Aumento de la profundidad de los sentimientos
Aumento de la capacidad intelectual
Sentimiento de omnipotencia
Comportamientos de riesgo
Objetivos vocacionales prácticos y realistas
Refinamiento de valores morales, religiosos y sexuales
Capacidad de comprometerse y de marcar límites

Fuente: Neinstein LS