La sobreprotección es una consecuencia negativa en la
búsqueda de lo mejor para nuestro hijo. La mayoría de los padres en algún
momento han sobreprotegido a sus hijos, esto es algo normal en la condición
humana, pero si este comportamiento se convierte en pauta rutinaria en la
educación, nos encontramos ante un problema
que debemos afrontar responsablemente.
Cada vez estamos apreciando más familias con un estilo
educativo sobreprotector sobre sus hijos. La mayor parte no son conscientes de
ello, piensan que están haciendo lo correcto, y se esfuerzan al máximo para que
sus hijos sean felices, sin ser conscientes de las consecuencias que este
comportamiento tendrá en sus hijos más adelante. El resultado de una sobreprotección
es la inseguridad y será en la adolescencia cuando empiecen a aparecer comportamientos
que muestren malestar en el hijo/a. Son padres incapaces de reconocer que su
estilo educativo ha podido influir en esta situación.
Los padres sobreprotectores son aquellos que se sienten
totalmente responsables de lo que pueda ocurrirle a su hijo/a, estando
constantemente pendientes de sus movimientos. Son padres que cuando sus hijos
llegan a la adolescencia, continúan intentando controlar todos sus comportamientos,
entradas y salidas, lo que hacen, no dejan que sus hijos disfruten de muchas
cosas de la vida por haberles fomentado miedos,…
Posibles
efectos de la sobreprotección a los hijos.
Practicando este estilo educativo, aumentamos la posibilidad de que
nuestros hijos sufran alguna de las siguientes consecuencias:
- Timidez y dependencia excesiva
- Dificultad para tomar decisiones por sí mismo, falta de
confianza e iniciativa.
- Búsqueda de la seguridad en otros (ha aprendido a que otros
resuelvan los problemas)
- “Tiran pronto la toalla”
- Poco desarrollo de las
habilidades sociales
- No asumen la responsabilidad de sus actos ya que están
acostumbrados a que sean los padres los
que las asuman.
- Retrasos o dificultades en el aprendizaje
- En muchos casos, acaban desarrollando una depresión a
consecuencia de su baja autoestima y
autoconcepto, y de sus dificultades para
resolver problemas en su día a día.
Algunos consejos
prácticos. ¡Hagamos niños fuertes y seguros!
- Ayudemos a que
sean capaces de tomar decisiones con criterio y asumiendo consecuencias.
- Tratemos de
aumentar su autonomía y darles cierto grado de libertad y responsabilidad,
según su
grado de madurez, así conseguiremos que sean personas independientes y
seguras.
- Tienen que
existir unos límites claros en casa y no darle todo lo que pidan.
- Hay que
exigirles ciertas tareas, obligaciones o responsabilidades
- Hay que dejarles
que se enfrenten a las dificultades y a los problemas para que puedan encontrar
alternativas por sí mismos.
- Debemos ayudarle
cuando lo necesite, pero no solucionarle los problemas.
Fuentes:
Amabel psicología, Escuelas infantiles Kimba, psicoglobalia.
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