El insomnio infantil es el trastorno del sueño más frecuente. A partir de los 6 meses,
se considera que un niño sufre insomnio si al menos dos veces por semana
necesita más de 45 minutos para quedarse dormido, o si se despierta totalmente
al menos una vez por semana, durante la noche, sin poder dormirse de nuevo.
El insomnio infantil se
caracteriza por una dificultad para el inicio o el mantenimiento del sueño,
frecuentes despertares nocturnos con incapacidad para volver a dormirse sin la
ayuda de los padres. Si el despertar o despertares tienen lugar cuando se ha
dormido al menos durante 6’5 horas seguidas, no se considera patológico.
Analicemos los tipos de
insomnio infantil:
Insomnio debido a hábitos incorrectos: es el más frecuente en niños pequeños. En este
tipo de casos es muy habitual que el origen
del problema se daba a la adquisición de hábitos, consentidos y reforzados por
los propios padres. La sobreprotección parental o la incoherencia normativa
juegan un papel importante en el inicio de la resistencia a acostarse. Suele
aparecer en lactantes de seis meses hasta niños de cinco años, produciendo una
considerable distorsión de su propio sueño y el de sus padres.
Las consecuencias a
corto-medio plazo son la irritabilidad, la dependencia de la madre-padre y, a
largo plazo, trastornos del desarrollo.
El tratamiento más efectivo
es la denominada reeducación de los
hábitos de sueño mediante técnicas conductuales.
Insomnio por causa psicológica: en este caso, el tratamiento debe dirigirse
más a solucionar el problema que causa la ansiedad. Cuando el insomnio aparece
en un determinado momento del desarrollo del niño, sin historia previa de
episodios, puede tratarse de insomnio transitorio producido por una pluralidad
de factores, entre otros el grado de activación, los estilos cognitivos
obsesivos, problemas puntuales en el terreno emocional, social o escolar.
También hay que valorar los factores mantenedores del problema como los malos
hábitos de sueño.
Insomnio psicofisiológico: se trata de un tipo de insomnio aprendido que se desarrolla como consecuencia de una
tensión condicionada y somatizada. Se produce con mayor proporción en la
adolescencia y juventud.
Insomnio idiopático: está relacionado con una alteración leve de
los mecanismos neurológicos básicos del sueño-vigilia.
Orientaciones en el tratamiento del insomnio. Nos centraremos en el insomnio por causa psicológica y el debido a hábitos adquiridos. En
el primer caso, cuando las causas se
encuentran en factores externos (acontecimientos recientes que se viven con
estrés, cambio de colegio, etc.) es importante hacer una evaluación completa de
los mismos y saber cómo están afectando al funcionamiento cotidiano del niño.
El tratamiento, se ajustará con el fin de minimizar los factores
desencadenantes, al tiempo que debemos proveer al niño de mecanismos útiles
para poder afrontarlos con la mayor eficacia.
En el segundo tipo de insomnio (por hábitos adquiridos), deberemos
establecer una rutina de sueño (horario), reduciremos el acceso a la televisión
o videojuegos antes de irse a la cama, realización de actividades relajantes
antes de irse a dormir,…
Fuentes: Trastornos
del sueño infantil (Psocodiagnosis.es- Psicología infantil y juvenil),
Tendencias21. Guiainfantil.com
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