Bienvenidos al blog Conectando semillas,

Este blog es una iniciativa del Equipo Esperi, formado por un grupo de profesionales (psiquiatras, psicólogos, educadores y trabajadores sociales) dedicados al cuidado de todos aquellos niños y jóvenes que presentan algún tipo de problema relacionado con la salud mental.

Nace con la ilusión de crear un espacio virtual en el que tanto los jóvenes y sus familias como los profesionales podamos compartir nuestros puntos de vista.

Por nuestra parte queremos poner a vuestra disposición material seleccionado que consideremos útil a la hora de prevenir, evaluar, abordar y/o afrontar los diferentes problemas de salud mental en la infancia y juventud.

Pero vosotros sois los auténticos protagonistas. Por eso os animamos a que compartáis aquí vuestras inquietudes, opiniones, experiencias, consejos, esperanzas, vuestros logros, vuestras metas,… para que desde aquí llegue a todos los jóvenes y familias que están pasando por circunstancias parecidas y que necesitan saber que no están solos y para que la sociedad en su conjunto se haga eco.

lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Es siempre TDAH?


El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es, en esencia, un cuadro clínico caracterizado por la presencia de tres síntomas: déficit de atención, impulsividad e hiperactividad, que debuta antes de los 7 años. Además, estos síntomas han de tener un carácter crónico (al menos durante 6 meses), una intensidad y frecuencia elevadas para la edad del niño, han de ser referidos por diversos observadores/evaluadores, y estar presentes en todos los marcos y ámbitos, provocando disfunción en las áreas escolar, familiar y social.

A diferencia de lo que ocurre en otras enfermedades, los síntomas característicos del TDAH han sido experimentados por todas las personas en algún momento de su vida. La mayoría de nosotros sabe lo que es tener dificultad para concentrarse en una tarea en un momento dado, actuar impulsivamente en una determinada situación o mostrarse intranquilo e inquieto ante alguna circunstancia. Ello nos facilita a padres, profesores y profesionales sanitarios, entender parte de la experiencia y de las consecuencias que puede tener un niño que presenta un trastorno por déficit de atención. Pero, por otro lado, el hecho de que los síntomas capitales del TDAH sean tan habituales en la población “normal” (entendiéndose “normal” como “sin patología”) favorece que, en algunos casos, padres, profesores e, incluso, profesionales especializados en la salud mental infanto-juvenil creamos estar ante un niño que padece un TDAH cuando, en realidad, puede que no sea así.
El niño que padece un trastorno por déficit de atención e hiperactividad puede desarrollar, por culpa de la enfermedad, problemas de aprendizaje y fracaso escolar, dificultades en las relaciones sociales, baja autoestima, ansiedad, depresión, conductas de riesgo (conducción temeraria, conductas sexuales de riesgo, accidentes, consumo de tóxicos), etc. La detección temprana del trastorno y el tratamiento y seguimiento adecuados pueden evitar la aparición de tales consecuencias, permitiendo que el niño se desarrolle con “normalidad”.
Quizás porque cada vez es más frecuente entre los grupos de padres y profesores conocer “de primera mano” el caso de algún niño o niña que tras ser diagnosticado de TDAH y comenzar el tratamiento presentó un cambio espectacular, muy beneficioso para todos (padres, profesores y, para el propio niño/a, por supuesto), en ocasiones están llegando a la consulta del profesional sanitario niños y niñas cuyos padres y/o profesores están convencidos de que presentan un diagnóstico de TDAH y, lógicamente, demandan el diagnóstico precoz y el tratamiento más adecuado.
Por eso resulta cada vez más imprescindible concienciarnos de que, para estar seguros de que un niño presenta, efectivamente y sin lugar a dudas, un trastorno por déficit de atención e hiperactividad se necesita una evaluación minuciosa y exhaustiva pues, como decíamos al principio, el déficit de atención, la impulsividad y la hiperactividad son síntomas que, en algún momento, todos hemos podido experimentar y su presencia no implica necesariamente que uno padezca un trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Muchas son las causas por las que un niño se puede mostrar inquieto, impulsivo y con dificultad para concentrarse. Será necesario descartar todas ellas para realizar un diagnóstico correcto y certero de TDAH. Señalamos algunas de ellas:
Retraso mental, coeficiente intelectual bajo, trastornos del aprendizaje
Trastornos generalizados del desarrollo, trastornos psicóticos, disociativos, trastornos de la personalidad, trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, trastornos del comportamiento
Algunas enfermedades médicas: encefalopatías postraumáticas o postinfecciosas, epilepsia, déficits sensoriales significativos (ej.- miopía, sordera), trastornos del eje tiroideo, intoxicación por plomo, anemia ferropénica, etc, efectos secundarios de algunos fármacos (broncodilatadores, antihistamínicos, antiepilépticos), trastornos del sueño (apneas del sueño, síndrome de piernas inquietas, síndrome de movimientos periódicos de las extremidades),
Factores ambientales (estrés, negligencia/abuso infantil, malnutrición, inconsistencia en las pautas educativas, abuso de sustancias, etc).
De este modo, siempre que exista la sospecha de TDAH el profesional deberá realizar una completa evaluación que permita asegurar que la inquietud, la impulsividad y la dificultad que muestra a la hora de prestar atención no es debida a ninguna de las patologías citadas arriba y que, por supuesto, tampoco se corresponden con las experimentadas en un momento dado por cualquier persona “normal”.

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